EL RENACIMIENTO – La reencarnación.
Hay dos factores que determinan el período que transcurre entre el momento de abandonar el cuerpo y nacer de nuevo.
La naturaleza del karma individual y la última impresión producida antes de la muerte. Ese periodo puede variar desde cientos de años hasta unos cuantos años (aunque los renacimientos inmediatos no suelen ser muy comunes, son más bien excepciones).
Generalmente para el individuo medio, el intervalo entre la muerte y el renacimiento suele ser un periodo considerable, medido en términos del tiempo terrestre. Las personas que han realizado un buen karma y están más evolucionadas pasan mucho tiempo en el mundo espiritual, antes de nacer nuevamente. Las grandes almas y personas evolucionadas espiritualmente esperan mucho tiempo antes de volver a reencarnarse.
Tu más elevado deber es prepararte para una vida pacífica en el más allá. Conquista el temor a morir. La conquista del miedo a la muerte es de gran utilidad en la práctica espiritual.
El propósito es ir al encuentro de la muerte con alegría y sin temor.
LA MENTE CREA TU REALIDAD.
La filosofía Vedanta declara que todo este mundo, incluyendo «al cielo y el infierno» y todos los cuerpos que hay en él, no tiene existencia excepto en la imaginación de la mente humana.
Es la imaginación y la corriente del pensamiento, girando en dirección equivocada, lo que produce aflicción, dolor, ansiedad, temor y muerte. Es la mente vuelta hacia el error, la que confunde el cuerpo con el ser inmortal y esclaviza el alma.
Es la mente, debidamente enfocada, la que libera al alma del ciclo de nacimiento y muerte.
El espíritu se adhiere tanto más a la vida corporal cuanto no ve nada más allá.
Siente que se le escapa y quiere retenerla. En lugar de abandonarse al movimiento que le arrastra, resiste con todas sus fuerzas, pudiendo así prolongar la lucha durante días, semanas y meses enteros.
Sin duda en este momento el espíritu no tiene toda su lucidez.
La turbación ha comenzado mucho tiempo antes de su muerte, pero por esto no sufre menos, y la vaguedad en que se encuentra, la incertidumbre de lo que vendrá a ser de él, aumentan sus angustias.
Llega la muerte, y no se ha acabado todo. La turbación continúa, siente que vive, pero no sabe si es de la vida material o de la vida espiritual.
Lucha todavía hasta que las últimas ligaduras del periespíritu se rompen. La muerte ha puesto término a la enfermedad efectiva, pero no ha tenido sus consecuencias.
Mientras existen puntos de contacto entre el cuerpo y el periespíritu, el espíritu siente los achaques de aquél, y sufre.
Cuando el cuerpo muere, el alma se repliega a su vehículo más sutil, el cuerpo astral, con todas las impresiones adquiridas, cuya fuerza le sirve de guía. Según las fuerzas de pensamiento y acciones del pasado existen varios caminos por los que el alma puede viajar en su temporal existencia astral.
Las almas que han partido permanecen en un estado de ensueño o de inconsciencia inmediatamente después de la muerte.
No pueden sentir que se han despegado de sus cuerpos anteriores, gruesos y materiales. Las oraciones, el kirtan, canto de mantras y los buenos pensamientos de parientes y amigos pueden proporcionar un verdadero solaz a las almas que han marchado, creando una potente vibración para despertarlos de su estado mental de ofuscamiento, haciendo regresar de nuevo su conciencia obtusa. Las almas comienzan entonces a darse cuenta de que ya no están en su cuerpo grueso y material.
Entonces se esfuerzan por cruzar la frontera (un estrecho río de éter).
Cuando las almas que han partido se hunden pacíficamente y cuando se disponen para disfrutar de un despertar glorioso en planos superiores, son despertadas de pronto al vivido recuerdo de la vida humana por los lloros y lamentos de sus amigos y parientes. Los pensamientos de aflicción de estos producen vibraciones similares en su mente y causan una gran pena y aflicción.
El dolor descontrolado de sus parientes los atrae desde los planos astrales. Esto puede retardar seriamente su camino hacia algún plano elevado, causándoles un grave daño.
EL ÚLTIMO PENSAMIENTO.
El último pensamiento de una persona determina su destino futuro y su futuro nacimiento. El último pensamiento estará relacionado con la experiencia vivida de cada uno.
Es muy difícil conservar una conciencia elevada y sublime, cuando las enfermedades atormentan el cuerpo y la mente. Pero para una persona que ha disciplinado su mente a lo largo de los años y que ha intentado fijarla y elevarla por medio de una práctica constante, el último pensamiento será elevado y consciente.
Esto no puede producirse por medio de una práctica dispersa durante un día o dos, una semana o un mes, sino por el esfuerzo prolongado.